Hace un par de días, me dije, “vamos a ver si emiten algo interesante en la televisión”. La mantuve encendida algo así como diez minutos. Y bastó ese tiempo para que me empachara de bazofia.
En primer lugar, y como primer plato, uno de estos reality shows que tanta fama ha alcanzado y que seguro que todos conocéis. Gran Hermano. Recuerdo que vi algún episodio de la primera temporada, aquella en la que los concursantes se morían de asco en una vivienda que se la podía llevar el viento, llena de micrófonos, cámaras, porquería, y donde no tenían otro esparcimiento que hacer gansadas mientras se lavaban los dientes. Corría por aquel entonces el año 2000. Actualmente, y con el avance de los años, ha ido adaptándose a los nuevos tiempos, y sus desinhibidos habitantes no se dedican a otra cosa que a zurrarse, lanzarse divertidos improperios y fornicar como conejos. Lo más ¿impactante? de todo ello, se trata de que España es la nación que cuenta con más ediciones de este programa exitosas, sin contar EEUU, que ha realizado diversas variantes, entre ellas un reality show adolescente. Y me pregunto, ¿así quieren que los jóvenes sean emprendedores, se preocupen por lo que realmente importa?
Como aderezo y guarnición para nuestro exquisito plato, los programas del corazón, que a partir de ahora bautizaré como “negocio a expensas de víctimas que se consideran princesas del pueblo”, tanto de unas cadenas como de las opuestas. Personajes que se estiman como periodistas, cantantes, e incluso actores, eso sí, respecto a este último término, hay que admitir que poseen gran destreza y grandes aptitudes.
A todo ello, hay que sumarle, el hecho de que diversos diarios nacionales, que, a mi parecer, gozaban de merecido prestigio, no solo en nuestro país; ya se hacen eco de estas historias sensacionalistas e incluyen este tipo de escándalos en sus selectas páginas.
Pero, ¡pueden estar satisfechos y orgullosos! Porque nuestros pequeños españoles ya no desean ser peluqueros, ni médicos, ni abogados, ni profesores, ni panaderos; ya no se conforman con las banales y comunes profesiones que desempeñan la mayor parte de los ciudadanos, ¡no! Ahora, cuando le pregunte a su hijo,
-Pepito, cariño, y tú, ¿qué quieres ser de mayor?
Ya no responderá:
-¡Mecánico como papá!
Sino que le dirá:
-¡Quiero ir a Gran Hermano, mamá! ¡Quiero ganar mucho dinero por hacer esas cosas tan extrañas que hacen, y después lanzarme a la fama yendo de plató en plató, quiero que me entrevisten y que todo el mundo me aplauda! ¡Quiero ser famoso, pero no ser como Ricky Rubio, ni como Fernando Alonso, ni como Casillas, esos no me gustan, quiero ser como esas personas de la televisión, esas que se insultan, que se gritan, que se pegan, porque en el fondo, están muertas, pero ganan mucho dinero, quiero ser como ellos, mami!
Ana Esther.
Nuestros informativos en 4 minutos.
domingo, 21 de febrero de 2010
jueves, 11 de febrero de 2010
La amistad.
La amistad (del latín amicus, amigo, que posiblemente se derivó de amore, amar), es el término que actualmente esta tan de moda y que sin embargo lleva acompañando a los humanos en sus relaciones a lo largo de doce mil años, desde que el hombre es hombre.
En la actualidad el concepto amistad y ese sentimiento que de manera inequívoca va ligado a este se encuentra en horas bajas, puede parecer una gran bobada, pero si en realidad es así.
Parémonos a pensar realmente quiénes son nuestros amigos y si cumplen los principios básicos de esta: confianza, comprensión y empatía, fidelidad, respeto, y reciprocidad. Nos daremos cuenta de que por duro y frustrante que pueda parecer los supuestos amigos empiezan a esfumarse.
Primeramente, en cuanto a la confianza, ¿confiamos de verdad en esos “amigos” como para contarles todo? Y lo que es peor aún, ¿confían ellos en nosotros? Si buscamos veremos que no, que el primero y fundamental de los requisitos de la amistad se cumple en un porcentaje demasiado bajo, lo que nos hace eliminar a unos cuantos “amigos”.
Comprensión y empatía, uno de los aspectos de la vida más complicados de asumir y compartir, por lo que en lo referente a la amistad casi imposible de compartir. Podemos parecer raros y todos tenemos nuestras rarezas pero, ¿nos comprenden aquellos llamados Amicus?, ¿se ponen nuestro lugar cuando lo pasamos mal o tenemos algún problema? Vuelve a ser frustrante ver o querer ver que quien hace eso son los menos, eliminando así candidatos a modo de criba y como ya hizo Descartes en su día, dudando hasta de lo más elemental a priori llegó a la verdad.
La fidelidad parece ser a simple vista algo propio de las parejas, pero ¿no es la amistad una forma de amor? Como dijo Ben Sirac:”Un amigo fiel es un escudo poderoso y el que lo encuentra, halla un tesoro”
Qué decir del respeto, el gran ausente en los tiempos que corren pero asombrosamente fundamental no solo en la amistad sino en cualquier ámbito de nuestra vida. Otra cita en este caso de Plutarco pone de manifiesto ya hace dos mil cien años: "No necesito amigos que cambien cuando yo cambio y asientan cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor".
Finalmente qué decir referente a la reciprocidad, el acto de apoyarse mutuamente en los bueno y sobre todo malos momentos, porque un buen amigo tiene que estar ahí siempre para ayudarte a levantarte en tus caídas así como para celebrar sus éxitos, un amigo no necesariamente tiene que ser tu sombra pero ten por seguro que ante la adversidad el estará dándote su apoyo, lo mismo tu a él, en esto se basa la reciprocidad. Esto hace disminuir el número de amigos hasta el mínimo, no más de los dedos de una mano pero ten por seguro que serán de verdad amigos.
Por tanto, y como conclusión no es más feliz quien más “amigos” dice tener, sino aquel que tiene pocos pero al menos le conocen y les conoces.
"No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”. Platón
Pablo J.
En la actualidad el concepto amistad y ese sentimiento que de manera inequívoca va ligado a este se encuentra en horas bajas, puede parecer una gran bobada, pero si en realidad es así.
Parémonos a pensar realmente quiénes son nuestros amigos y si cumplen los principios básicos de esta: confianza, comprensión y empatía, fidelidad, respeto, y reciprocidad. Nos daremos cuenta de que por duro y frustrante que pueda parecer los supuestos amigos empiezan a esfumarse.
Primeramente, en cuanto a la confianza, ¿confiamos de verdad en esos “amigos” como para contarles todo? Y lo que es peor aún, ¿confían ellos en nosotros? Si buscamos veremos que no, que el primero y fundamental de los requisitos de la amistad se cumple en un porcentaje demasiado bajo, lo que nos hace eliminar a unos cuantos “amigos”.
Comprensión y empatía, uno de los aspectos de la vida más complicados de asumir y compartir, por lo que en lo referente a la amistad casi imposible de compartir. Podemos parecer raros y todos tenemos nuestras rarezas pero, ¿nos comprenden aquellos llamados Amicus?, ¿se ponen nuestro lugar cuando lo pasamos mal o tenemos algún problema? Vuelve a ser frustrante ver o querer ver que quien hace eso son los menos, eliminando así candidatos a modo de criba y como ya hizo Descartes en su día, dudando hasta de lo más elemental a priori llegó a la verdad.
La fidelidad parece ser a simple vista algo propio de las parejas, pero ¿no es la amistad una forma de amor? Como dijo Ben Sirac:”Un amigo fiel es un escudo poderoso y el que lo encuentra, halla un tesoro”
Qué decir del respeto, el gran ausente en los tiempos que corren pero asombrosamente fundamental no solo en la amistad sino en cualquier ámbito de nuestra vida. Otra cita en este caso de Plutarco pone de manifiesto ya hace dos mil cien años: "No necesito amigos que cambien cuando yo cambio y asientan cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor".
Finalmente qué decir referente a la reciprocidad, el acto de apoyarse mutuamente en los bueno y sobre todo malos momentos, porque un buen amigo tiene que estar ahí siempre para ayudarte a levantarte en tus caídas así como para celebrar sus éxitos, un amigo no necesariamente tiene que ser tu sombra pero ten por seguro que ante la adversidad el estará dándote su apoyo, lo mismo tu a él, en esto se basa la reciprocidad. Esto hace disminuir el número de amigos hasta el mínimo, no más de los dedos de una mano pero ten por seguro que serán de verdad amigos.
Por tanto, y como conclusión no es más feliz quien más “amigos” dice tener, sino aquel que tiene pocos pero al menos le conocen y les conoces.
"No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”. Platón
Pablo J.
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